De todos estos el más
significativo -que no, por desgracia, el más lúcido- es
sin lugar a dudas el de Adolfo Salazar, que se limita a considerara a
Satie como una figura rara, curiosa, parasitaria, una "jorobita extravagante
y simpática, sin importancia mayor" del árbol de la
historia. Salazar tiene palabras durísimas contra el Group des
Six, y contra la producción satiesca tardía. Elogia sin
embargo, con reticencia, eso sí, algunos aspectos de su obra anterior.
"A veces, esos acordes, poseen un encanto sutil". O: "De
vez en cuando, briznas de melodías muy bellas, sobrenadan en ese
protoplasma sonoro". Ese es el tono. Algunos de los escritos posteriores
del crítico serían todavía menos amables, menos favorables
al compositor. En su libro "La música moderna"(1944),
por ejemplo, lo reduce tan sólo a una curiosa "fuente"
de la música raveliana, por lo que no le dedica capítulo
propio, sino una suerte de antipática nota integrada al capítulo
sobre el compositor de Ciboure.
"El gris i el cadmi" (1926), libro con el que el poeta catalán
Josep María Junoy dijo adiós a la vanguardia, contiene una
brevísima semblanza de Satie, al que había sido presentado
por Cocteau en 1919. Va incluida en su última secciónn "Del
llibre de l'amistat i de la mort", y en el que también figuran
siluetas de Déodat de Séverac, Apollinaire, Joaquim Folguera
y Joan Salvat-Ppasseit, entre otros creadores entonces ya desaparecidos.
 |
En
1926, Manuel Ángeles Ortiz, pintor pertenecientce al círculo
picassiano y vinculado al universo musical tanto por su amistad
y colaboraciones con Manuel de Falla como por su relacioón
con su colega Hernando Viñes sobrino del pianista, realizaba
los decorados para la representación de "Genevieve de
Brabant" en el marco de Les Soirées de París
del conde Etienne de Beaumont. También en 1926, Dalí
pintó, en clave cubista y clasicista, su deslumbrante "Mesa
delante del mar (Homenaje a Erik Satie)", uno de sus grandes
cuadros de aquella década, y que debe ser puesto en relación
con otro en el que rinde tributo a Salvat-Papasseit.
Por
aquellos años realiz an una obra quc presenta concomitancias
con Ia de Satie, dos compositores catalanes y amigos, Frederic Mompou,
y Manuel Blancafort. Vladimir Jankélévitch, en "La
présence lointaine" (1983), ha subrayado cómo
"es casi imposible pronunciar el nombre de Mompou sin pensar
en Erik Satie, que ha ejercido influencia sobre él, y sin
evocar el nombre de Déodat de Séverac". Mompou,
en una carta de 1926 desde París, dirigida precisamente a
Blancafort, era severo con las "Danses pothiques" satiestas,
"intentos fracasados e imponentes de una sensibilidad que funciona
muy bien pero con un talento que no le responde".
|
A
la postre, sin embargo, reconoció siempre su deuda. A José
Bruyr, en 1933, le decía:"Toda verdad está en el instinto,
y es siempre el saber el que engaña. Y esa es la gran lección
de satie. Basta para salvar su nombre del olvido". Blancafort, por
su parte, ha subrayado la influencia de Satie -al que llegó a conocer
personalmente- sobre su obra en los años veinte; en una entrevista
de 1927 afirmaba:" Mi simpatía por él no tiene límites".
En cuanto a un compositor de una generación más joven, Xavier
Montsalvatge, por sus "Papeles autobiográficos" (1988)
sabemos que una de las cosas que éste hizo cuando visitó
París por primera vez, en 1933, fue comprarse partituras de Satie.
Dos años más tarde, su amigo el bailarín Joan Magriñá
incluyó en su espectáculo una Abstracción a partir
de una pieza del francés.
En el Madrid de aquellos mismos años, hay que recordar la "Parada"
(1928) de Juan José Mantecón, uno de los compositores más
olvidados de aquel tiempo, que en una época en que andaba cerca
de los ultraístas había escrito una obra titulada "circo"
(1923); la conferencia-Concierto de Daríus Milhaud sobre "Les
tendances de la jeune musique française" en la Residencia
de estudientes madrileña, ilustrada con composiciones para piano
de Satie, y suyas, y celebrada el 20 de abril de 1929; y los capítulos
"Picassismo" y "Serafismo" de "Ismos" (1931)
de Ramón Gómez de la Serna, que al la hora de hablar de
"Parade", escribe lo siguiente: "Es hora de venganza y
Picasso cena el triunfo con Satie, el músico que hacía "aires
para huir", "trozos de forma de pera", y que decía
a sus discípulos "caminad completamente solos. Encontrad muy
mal lo que yo hago y, sobre todo, haced lo contrario".
Satie
obtuvo durante los años aurorales de las vanguardias, un eco
notable en el Nuevo Mundo. El primero de los amigos latinoamericanos
de Satie fue el chileno Vicente Huidobro, cercano a los círculos
cubistas y dadaístas, y que inclutó una colaboración
suya en el tercer y último número de la revista "Création".
Se conservan algunas de las cartas del frabcés al chileno.
A diferencia de lo que ocurrió con Edgar Varése, esa
amistad no se tradujo en colaboración alguna. César
vallejo tituló rotundamente "El más grande músico
de Francia" la crónica en torno a Satie que mandó
desde la capital francesa en 1926 a la revista "Variedades"
de Lima, crónica sobre cuya importancia no creo que sea necesario
insistir demasiado teniendo en cuenta sobretodo alguna de las palabras
que el poeta aplica al compositor, podrían aplicársele
al poeta: "como iba hacia comarcas tan altas, murió pobre,
obscuro para las multitudes, en su humilde y solitario cuarto". |
 |
El cubano Alejo Carpentier, por su parte, cuyos interesantísimos
textos sobre el arte de los sonidos ocupan tres gruesos volúmenes
póstumos, significativamente titulados "Ese músico
que llevo dentro" (1980), se refirió en numerosas ocasiones
a Satie. De "profeta y renovador" lo califica en el artículo
que le dedicó en 1927 en la revista "Social", artículo
dedicado al compositor de su misma generación cubana Alejandro
García Caturla, que ofrece la particularidad de estar escrito...en
la cárcel de La Habana -el año sigiente iba a marchar el
escritor a París-, y en el que son importantes las consideraciones
sobre el piano satiesco, en el que "las pausas hablan" y "los
espacios blancos de la página compiten con el discurso musical,
reduciéndolo a lo estricto".
En 1934, Ricardo Viñes publicó en el diario bonaerense "La
Nación" un artículo importante, y bien conocido de
los estudiosos: "Tres aristócratas del sonido", en torno
a sus amigos Debussy, Ravel y Satie. Entre 1930 y 1935 el pianista leridano
anduvo por Argentina, Uruguay y Chile. En los tres volúmenes de
memorias y diarios titulados "Alturas, tensiones, ataques, intensidades"
(1972-1994) de Juan Carlos Paz, encontramosreferencias a Viñez,
a la también argentinizada Jane Bathori; a los compositores satiescos
Julio Perceval y Daniel Devoto, y al propio autor de "Parade".
"Erik Satie -escribe en una nota del primer volumen- y Tristán
Tzara encarnan la perfección dentro de un claridad meridiana; el
reencuentro con lo primigenio y lo antiretórico". En su nota
del centenario, sin embargo, contenida en el segundo volúmen, el
compositor vanguardista argentino no es demasiado amable, sino más
bien todo lo contrario con el francés, cuya música termina
considerando más como "producto curioso" que como otra
cosa. En el tercero, vuelve sobre el tema, en parecidos términos
recientes.
A cominezos de los años cuarenta, Miguel Ángel Colomar,
poeta ultraísta mallorquín, pintor, ocasionalmente crítico
de arte, compuso algunas obras para piano de las que sólo conocemos
-por una nota de aquel entonces en la revista madrileña "
La Estafeta Literaria" -los títulos, lo que por el lado del
hmor resultan con toda evidencia satiescos: "Retrato cubista de Darío
Milhaud" y "Noche, Madrid, Sava, pipa y perro", esta última
en homenaje al modernista Alejandro Sawa, el autor de "Iluminaciones
en la sombra".
 |
En su "Diccionario de los Ismos" (1949), Juan Eduardo Cirlot
define el "post-impresionismo musical" como "un movimiento
de reacción contra el abandono de los valores melódicos
y polifónicos realizados por el impresionismo y, en especial,
por Debussy". "Se inspiró esta tendencia -añade-
en los geniales hallazgos de Erik Satie, cuya música conjuga
los elementos más dispares para conseguir un resultado de profunda
emotividad humana".
Menos conocido todavía que Colomar, y sensible como Cirlot
a la profunda emotividad humana del piano satiesco, "Eusebius",
seudónimo de Eusebio García Mina (Zamora 1890 - Pamplona
1944), fue un crítico musical pamplonés que aliaba un
gran conocimiento de las vanguardias, y una buena dosis de sentido
del humor. |
Su
único libro, póstumo, se titula "De músico,
poeta y loco" (1954), e incluye un artículo de 1939 sobre
el compositor al que asocia con la lluvia en la provincia.
Nacido en Casablanca, pero formado en Italia y en Francia, a cuya escena
se integró plenamente, Mauricio Ohana es uno de los compositores
españoles contemporáneos que mejor han sabido expresar su
admiración por Satie, en un texto recogido en 1962 por el crítico
Jean Roy.
Pintor especialmente interesado de siempre por la música, y que
ha homenajeado a Stravinsky, Varése, Mozart o Carles Santos, el
ex miembro de Dau et Set Modest Cuixart ha dedicado por lo menos tres
obras al compositor objeto de nuestra atención: "Petit homenatge
a Erik Satie" (1971), "Ecocació d'Erik Satie" (1986)
y "Homenatge a Erik Satie (Música y forma de pera" (1990).
En 1977, un compositor madrileño, más joven y radical, Tomás
Marco, hoy principal responsable de la política musical española,
prologó el doble álbum de piano de Satie, interpretado por
Laurence Allix, y editado por el sello Ensayo, doble álbum cuya
carpeta lleva ilustraciones de José Luis Téllez, y que durante
mucho fue lo único suyo disponible en nuestro mercado. Marco define
la obra de Satie como "una mezcla de humor, poesía, y una
cierta dosis de melancolía y tristeza", añadiendo:
"pero por encima de todo ello es música, y música original
y de calidad".
Los días 12 y 13 de abril de 1980, Juan Hidalgo y Walter Marchetti
realizaron, en el Teatro di Porta Romana de Milán, la primera versión
mundial para dos pianistas "a la americana" de "Vexations",
con una duración de 18 horas y 45 minutos. Fundadores, en el Madrid
de 1964, del grupo ZAJ, cercano a la estética Fluxus, Hidalgo y
Marchetti siempre tuvieron muy resente a Satie. En un folleto de 1975,
lo habían presentado como un amigo de la familia, mientras consideraban
a Marcel Duchamp como su abuelo, a Cage como su padre, y a Buenaventura
Durruti como amigo de sus amigos.
Jomi García Ascot, poeta español trasterrado a Méjico
en su infancia, es autor de un libro sumamente personal, "Con la
música por dentro" (1982), en el que figura una página
especialmente sensible sobre Satie.
En esa gran novela que es "El pianista" (1985), Manuel Vázquez
Montalbán cuenta la vida de un supuesto pianista catalán,
al que en la primera parte del libro vemos deambular por la Barcelona
de los años ochenta, en la segunda por la de los cuarenta, y en
la tercera por el París de antes de 1936, donde coincide con otro
músico inventado, el compositor Luis Doria. Esa última zona
del libro se abre con el relato de una conversación de ambos amigos
con Darius Milhaud, en casa de éste, encuentro durante el cual
hablan sobre todo de Satie, cuya música considera Doria superada.
 |
Virginia
Careaga fue la autora de una monografía sobre Satie publicada
en 1990 por el Círculo de Bellas Artes de Madrid y en 1989,
Loreto Casado fue la responsable de la edición de "Memorias
de un amnésico y otros escritos", primer volumen de las
Ediciones Fugaz. El volumen lleva un prólogo suyo, otro del
compositor Llorenç Barber -"una música que lejos
de perecer y empolvarse, se nos aparece, en muchos aspectos, como
precursora y radicalmente actual y actuante"-, y y una nota y
una cronología de Ornella Volta. Con motivo de su aparición,
se organizó en el Círculo de Bellas Artes un festival
satiesco.
Evaristo Belloti, escultor de la generación de los ochenta,
tituló "Españaña" su exposición
individual de 1990 en la Galería Juana Mordó, en la
que expuso cuadros inspirados en algunos de los principales tópicos
de nuestra cultura, en varios de los cuales figura San Ignacio de
Loyola. Pocos críticos, por cierto, pillaron el explícito
guiño satiesco contenido en el título. |
En cuanto a los pintores de la últimas generaciones, hay que recordar
el temprano homenaje satiesco de Rafael Ramírez Blanco; los dos
del abstracto José Manuel Broto, pertenecientes a una serie musical
en la que también figuraron otros a Bach, Mozart, Debussy y Messiaen;
el retrato imaginario del compositor realizado en 1992 por Pelayo Ortega,
figurativo dueño de un estilo muy personal, del que también
existen una serie de homenajes sobre papel, inspirados en una de sus frases
más célebres; y las variaciones abstractas y neosimbolistas
de Alberto reguera -por ejemplo. "Lumínica noche" y "Espirit
impressiiniste"-, en el marco de cuya última individual de
la Galerie Rubén Forni de Bruselas, celebrada este mismo año,
ofreció un recital de Satie el pianista Pascal Dieudonné.
El compositor está presente, por otra parte, en la obra de bastantes
escritores españoles de la última generación. Es
es caso de andrés Trapiello, que con motivo de la aparición
de la antología satiesca de Loreto Casado publicó un artículo
-"Como todo el mundo"-, posteriormente recogido en su libro
"Viajeros y estables" (1993); Miguel Sánchez-Ostiz y
José Carlos Llop, que en varios rincones de sus respectivos diarios
aluden a lo que el primero llama "lentas notas de extrema melancolía";
de Juan Lamillar, que en uno de los poemas de "Música Oscura"
(1989) ha sabido traducir a verso castellano el temblor de las "Gymnopédie";
o el firmante de estas líneas, para el cual ya en 1976 el compositor
constituía uno de sus ejemplos supremos: "Volver al simbolismo,
a lo que vino después de él: hacer en poesía algo
parecido a lo que hizo Satie en música".
Pocos creadores actuales tan identificados con el autor de "Parade"
como Angel Guache, pintor, poeta, humorista, creador fronterizo donde
los haya, de formación ´le también simbolista, para
el que tanta importancia tienen el humor y la geometría, y que
en los últimos años se ha embarcado en el que sin duda es,
en el ámbito de la poesía española,el más
coherente de los proyectos neovanguardistas. Satie, además de aparecer
mencionado en varios rincones de su obra, impregna ésta.
Mucho juego ha dado, y creo que para demostrarlo bastarán los ejemplos
aquí aducidos, la ronda satiesca hispánica. Por el lado
dibujístico, no sería descabellado incorporar a la misma
los tickes del Café Mabillon de Prís realizados a finales
de los años cuarenta por Rafael Lasso de la Vega, de los que el
IVAM incluyó algunos ejemplos en la muestra "El ultraísmo
y las artes plásticas".
La ronda, en cualquier caso, continúa.
|