EL FILO DE LA PINTURA. Juan Manuel Bonet. En
este fin de siglo, una de las 1íneas de trabajo más fecundas
de la javen pintura esparola es |
Los
primeros cuadros de Reguera que vi fueron los que expuso en Eladio Fernández.
Me había |
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Aunque
haya recorrido ya mucho mundo, Reguera sigue volviendo una y otra vez -en esta exposición encontramos varios estupendos ejemplos de ello- a beber en las fuentes castellanas, con todo lo que conllevan de austeridad, de rigor, de parquedad cromática. Cielos altos, horizontes anchos, mieses en estío, le inspiran cuadros abstractos, despojados, en los que la mayoría de las veces todo se reduce -de la ''invisibilidad de Castilla" ha hablado Francisco Pino- a una franja horizontal blanca y a otra trigueña, o a ésta última, y a otra azul. Un segundo dato para entender a Reguera es precisamente el contrapunto que representan sus viajes, su asomarse al exterior. Además de montar un segundo estudio en Paris, ciudad de la pintura por autonomasia, y de exponer ahí en varias ocasiones, él ha encontrado el modo de proyectar su obra hacia Bruselas y hacia Amsterdam. Pero esto, que en principio podela ser tan solo un elemento anecdótico de su biografía, ha ido traduciéndose en obra: sobre todo en la amplia y hermosa serie dedicada a canales y parques de Amsterdam, de la que tambidén se incluyen ejemplos selectos en la presente exposición, e impregnada de un clima de entrevisión densamente simbolista -ver al respecto lo que deje escrito en las páginas correspondientes a Reguera del catálogo de la exposición Propuesta 92 (Círculo de Bellas Artes, Madrid, 1991) |
Frente
a la referida parquedad cromática de lospaisajes castellanos, Amsterdam
representa para Reguera la efusión Iírica. Esta tiene en
las aguas -en los reflejos- su objeto central, y se traduce en una cierta
ausencia o reducción al mínimo de la Un tercer dato: el componente musical de esta pintura. Si la música les sirve a no pocos artistas actuales simplemente como "fondo '', en el caso de Reguera está claro que hay un constante aprender de la escucha de ciertos compositores, desde el insustituible Erik Satie hasta Steve Reich, Wim Mertens o el holandes Bart Spaan, que ha compuesto para el pintor varias piezas musicales, entre ellas su "Menina irritada", y que ha celebrado conciertos en algunas de sus exposiciones, pasando -ver The Dying Poet- por esa suerte de Lafcadio Hearn de la música que fue el composistor y romántico norteamericano Louis Moreau Gottschalk, por cuyo piano caribeño yo también siento especial devoción y cariño. La música, para Reguera, constituye una escuela de ensoñación, pero sobre todo de variación sobre un mismo tema.
De una pintura que no rehuye los efectos de materia, de textura, pero que tampoco se reduce a ellos, porque su autor sabe los peligros que encierran. De una pintura, en definitiva, que representa la síntesis de la memoria, de la experiencia vital de este pintor lírico, síntesis realizada en términos expresionistas o si se prefiere impresionistas abstractos, pero en un plano de extrema interiorización y decantación -algo que los poetas entendemos muy bien, porque en ello, en decantar, en poder en quedarse con lo esencial y en dejarlo rodeado de silencio, reside el secreto de la palabra poética. Pero el pintor, hoy, se confiesa "vaciado de paisajes ", y sueña, en su "Castilto interior", ante el "Atlas", en un "Imaginario continente" -estos tres títulos corresponden a cuadros suyos últimos. Y lo más probable es que se encuentre en el umbral de una nueva etapa. Juan Manuel Bonet. .
REGUERA, EL CASTELLANO.
Albero
Reguera es un joven pintor español que reparte su trabajo entre
sus estudios de Madrid y París. Una vieja tradición española
de acercarse al centro de Europa que se repite una vez más, que
se renueva en él una vez más. Su obra ha crecido con vigor
durante los últimos años y su nombre está ya entre
los más respetados y reconocidos de su generación, una generación
formada durante la década de los ochenta pero que indefectíblemente
será llamada la generación de los noventa.
Marcos-Ricardo
Barnatán. |