ALBERTO REGUERA'S ONE MAN TRAVELLING EXHIBITION.

SEGOVIA. Iglesia San Juan de los Caballeros. Museo Zuloaga. (3/3 - 3/4 2005) 

Junta Castilla y León.

León (18/1-20/2). Segovia (3/3-3/4). Zamora (5/5-5/6). Valladolid (2/9-25/9)

To My Mother:

This one man exhibition, through the Castilla-Leon's lands, I dedicate it to my mother, Paquita Useros. So that its presence floods the light of these colors. (A.Reguera)

 

Foto: Alberto Reguera's Mather and Father.

This exhibition is reproduced in a catalogue published by the "Junta de Castilla y León", in Spain. This catalogue has two parts: the first speech of the evolution of the work of the artist in the last 20 years. The second part is centered in paintings made between years 2000 and 2004. To this second part belongs most of the pictures of this exhibition. About 30 paintings are exposed, although it is a variable number depending on the conditions of each room. But we can count on 10 or 12 pieces of 200 x 200 cm. (79 x79 inches). The great formats, all of them together ones in a same room, create a climate whose velvet atmospheres and textures are surrounding the spectator. This one is observing the series of great works like a great sequence, where the colors and the spaces of these works vibrate and they interrelate. We found to 5 medium formats of 150 x 150 cm (59 x 59 inches) and other ten pictures of 100 x 100 cm (39.5 x 39.5 inches). Finally we can contemplate to some small formats of 50 x 50 cm (19.75 x 19.75 inches), and that supposes small visual impacts that, sometimes, they serve to balance the exhibition. All the works are acrylic on canvas, with pure pigment, in which it uses the technique of superposition of layers and "frottages". They are works where the matter and the color have protagonism. The last painting layer usually is a pure pigment layer to create textures of velvet. These "Abstract Landscapes" sometimes are ended metallic pigments, that play with the subject of the reflections and the light.

 

This traveling exhibition began in May of 2004 and will probably finish in April-May of 2004 and crosses diverse museums and Spanish capitals. With this writing, associate some of the pictures that will be now available for the exhibition and that are probable that almost all they are it also for a future exhibition of these characteristics.

El pintor Alberto Reguera enmarca la atmósfera en una itinerante por
Castilla y León
.


Por AURELIO MARTÍN.


Alberto Reguera (Segovia, 1961) regresa a su tierra ofreciendo un paseo entre pinturas espaciales, enmarcando atmósferas, a modo de "pintor de nubes", en una exposición itinerante por Castilla y León en la que repasa su obra de los últimos cuatro años, donde ha continuado avanzado en la fusión entre el paisaje y la abstracción.
Dedicada a su madre, Paquita Useros, fallecida recientemente, la muestra consta de 13 cuadros de gran formato, que ahora se cuelgan en la iglesia románica de San Juan de los Caballeros, en Segovia, sede del Museo
Zuloaga, con una cabecera construida en el siglo XI, hasta el próximo tres de abril. Zamora y Valladolid serán sus próximos destinos, en mayo y septiembre próximos, respectivamente, dentro del programa
"Constelación arte" de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León.
La unión de los paisajes abstractos del pintor -que reside entre París y Madrid- con la arquitectura del románico quiere producir en el espectador una idea de contraste que complementa las texturas de los cuadros, como una comunicación entre las dos materias. Para este artista -con premios como el de la Academia de Bellas Artesa de París, en 1995, y el "Ojo Crítico", en 2001- su trabajo está cargado de espiritualidad y, al estar colgado de las antiguas paredes de piedra, cobra una energía especial, en un juego muy diferente a lo que ocurre cuando se exhibe en
una galería al uso.

En su ciudad, este pintor que fue el único artista español seleccionado para participar en el "European Art Dupont Circle" de Washington, en 2003, reflexiona sobre sus raíces y recuerda cuando en su infancia observaba los huecos y desconchones de los esgrafiados de las fechadas de los edificios históricos, lo que terminó reflejando en su obra, a la
que ahora arranca la materia, como herencia de aquello. Los últimos paisajes de Reguera son menos terrestres y más atmosféricos, a veces de visiones aéreas, centrados en cielos que se transfiguran en paisajes completamente abstractos. Respecto a la etapa anterior, el pintor reconoce que su ultimo trabajo es mucho más cósmico, más
telúrico, con materias suspendidas en el espacio y estrellas negras que viajan en espacios imaginados, visiones atmosféricas y estratosféricas en un canto poético del artista sobre el aire y la materia que flota. Otras pinturas, donde predominan los amarillos, se aproximan a los mares de trigo, en la onda de la luz de su tierra castellana. Además, destaca de la última etapa su casi exclusividad por los trabajos de gran formato, que antes no era tan característicos en su obra, a la que también imprime de más dinamismo, en el sentido de que los pigmentos son como luces que viajaban, que van muy deprisa por el cuadro, como si su trabajo fuera mucho más veloz a los ojos del espectador. Alberto Reguera que destacó, el año pasado, por sus exposiciones en Hamburgo y en la galería de Antonio Machón, en Madrid, además de colectivas en Bruselas, París y Lisboa, prepara para este año individuales en Zurich y en París, tras haber pasado por Arco.


Aurelio Martín. Segovia, marzo de 2005.

(Texto completo del artículo aparecido en "El País" el Domingo 13 de marzo de 2005).

 

Alberto Reguera: Exploración/Evolución.

Por Rex Weil.


Durante un periodo de más de veinte años de pintar y de exhibir, Alberto Reguera ha demostrado consistencia, innovación, una vivaz inteligencia pictórica y una firme raigambre. Hoy es justo decir que Reguera ha comenzado a labrar su propio terreno en la historia de la pintura. Hoy puede hablarse del estilo Reguera en el sentido más amplio y resonante de la palabra. Por tanto, la evolución de los méritos alcanzados por Alberto Reguera merece un detenido estudio.
Los últimos cinco años han sido testigos de un crecimiento de la confianza de la obra de Reguera y de una purificación de su método. Esta eflorescencia ha ido acompañada por un bien merecido y creciente reconocimiento internacional de sus logros. En el suntuoso Luces flotantes (Floating Lights) (1999), una extraña luz amarilla emana a través de azules luminosos y rojos brumosos, sugiriendo reflejos distantes en un puerto por la noche. En Atardecer espiritual (Spiritual nightfall) (2000), el artista conjuga todas sus habilidades y conocimientos previos para producir una profunda y siniestra superficie roja sangrante, repetida en un impenetrable reflejo negro, con la luz del amanecer filtrándose por los lados.
Las telas recientes demuestran también el virtuosismo de Reguera con la escala. En Cielos Nocturnos de Segovia (2000), Reguera desmaterializa su tema casi completamente sobre una gran extensión de lienzo sin sacrificar la intensidad que ha logrado en formatos más pequeños. En estas obras predomina un impulso por depurar elementos extraños en favor de la luminosidad y de la tensión espacial. En los últimos años, él ha continuado trabajando productivamente con formatos cada vez mayores. Horizontes del mas allá (2004) es una serie de nuevas obras meditativas a gran escala en las que superficies pálidas dan paso a la revelación de oscuros pasajes. El artista también ha incorporado nuevos efectos de contraimagen y pinturas metálicas en sus obras recientes. En Nuevos cielos Rothkianos (2003), una lluvia blanca de pigmento en la parte superior del cuadro azul modulado es reflejada por un movimiento similar en negro en la mitad inferior. Luces cósmicas (Cosmic Lights) (2003) utiliza un plata ligero y seco tan brillante como la luz de la luna.****
Las "ventanas" de los primeros cuadros de Reguera han sido lanzadas al espacio del espectador - ellas están ahora implícitas, asumidas e incorporadas en la práctica del espectador. Miramos a través de ellas al mundo de Alberto Reguera. Los lienzos de Reguera son una jubilosa celebración de la mente y la experiencia, del acto físico de pintar y, sobre todo, del misterio del ser sensible en la naturaleza. Con esta incansable experimentación dentro de "las fuerzas del estilo", las exploraciones de Reguera continúan evolucionando.


(Extracto del texto del catálogo "ALBERTO REGUERA: EXPLORACIÓN / EVOLUCIÓN" de Rex Weil.)



EL ESPACIO ATMOSFÉRICO.
Consideraciones sobre la pintura de Alberto Reguera.


Por Fernando Castro Flórez.


Alberto Reguera retoma elementos de la abstracción moderna introduciendo, en un sentido no dogmático, aspectos que podrían estar cercanos a la densidad informalista o matérica, sin por ello dejar de asumir ciertas posiciones minimalistas, especialmente, la búsqueda de una esencialidad plástica; pero si, por un lado, en las obras se detecta la presencia del minimalismo como un racionalismo obsesivo , también se encuentra una sutil ruptura con el mecanicismo, una defensa de la pintura como algo accidental, una realidad que tiembla y que surge de emociones primordiales. Localizado por algunos críticos en el campo del lirismo o en el impresionismo-simbolismo abstracto, Alberto Reguera es, sin duda, un pintor que está lejos del imaginario apocalíptico o conclusivo,
derivándo, principalmente, hacia un pluralismo, como justa manifestación de un periodo estético y epistemológico post-narrativo .
....
En una conversación en torno a su pintura Luces que viajan (2002) me advirtió que lo que le interesa es la luz de lo que está debajo, "ese color que casi no se ve pero que va a determinar el clima del cuadro". Hay una suerte de desplazamiento permanente entra la hipnótica poesía del vacío y la atracción abismal de lo blanco y la manifestación del lujo, esos oros que evocan las más turbias pasiones. En estos cuadros, llenos de gradaciones y matices, encontramos, junto a la ensoñación de la música, un intento de ir más allá de la textura , acaso hacia la memoria de climas y atmósferas. Toda esta prodigiosa sublimación de la materia hace de la obra una suerte de naturaleza. El pigmento cae sobre el lienzo como una lluvia fina hasta un momento en el que hay que dejar de arrojar porque el cuadro no acepta más. Es como la superficie ya hubiera germinado y todo exceso supusiera una destrucción de lo conseguido, un superar el nivel freático de la pintura. Ese artista que viaja, como ya he indicado, para encontrarse con la pintura , gira, insistentemente esos formatos cuadrados por los que tiene una indudable querencia, generando atmósfera aterciopelas o bien heladas y espirituales. Tras tanta batalla, después del dispendio de energía corporal, la materia queda suspendida. Reguera pugna por conseguir la máxima levedad, sin por ello perder lo denso, la gravedad admirable de su pintura. Quiere crear en sus campos cromático un dinamismo que haga de ese "paisaje" una especie de espejo del ánimo del que lo contempla. Al acercarme a uno de sus cuadros reparé en unos craquelados y, cuando le hablé al pintor de ellos, este me dijo que tenían que ver con su obsesión crepuscular, con lo que llamó "la grieta del alma". Tan sólo que queda decir algo muy simple: "yo he visto esto" ...


(Extracto del Texto de Fernando Castro Flórez para el Catálogo de esta Exposición)